FERMÍN SANTOS: EL PINTOR ALCARREÑO DEL SIGLO XX - 1997



No por esperada ha sido menos dolorosa la pérdida de nuestro entrañable amigo D. Fermín Santos Alcalde -nacido en 1909 en la alcarreña Gualda- Hijo Adoptivo, Cronista Artístico e Insignia de Oro de la ciudad de Guadalajara y Socio de Honor de nuestra Asociación Cultural de Amigos de Sigüenza y su Centro de Estudios Seguntinos, entre otras distinciones (...).
Era D. Fermín en lo físico, menudo y enjuto de carnes, y en lo anímico, hombre contemplativo, de parca comunicación, atento y cortés en extremo: humilde y ajeno a las vanaglorias, -porque deseaba ser gorrión antes que cigarra-, pese a ser un gran pintor incluido entre los Cien mejores de la España actual e Ilustrísimo señor, como Hijo Adoptivo de la ciudad de Sigüenza y Abeja de Oro por la provincia; amante de su familia a la que mantuvo junto a él como padre y maestro; por eso irreverentemente, le describí algún día, con todo efecto, que tenía "planta de banderillero y ademanes de fraile limosnero".

Le vimos a lo largo de los años, pintando en las callejuelas de las Travesaña, o tomando apuntes en los interiores de nuestra catedral, o gozando extasiado entre los olmos -ya perdidos- de nuestra Alameda, contemplando los cambiantes colores que marcaban el paso de las estaciones, con una carpeta de apuntes bajo el brazo, o con un libro de bolsillo entre sus manos leyendo ensayos o tratados de Filosofía, y también, en los días soleados, pintando parsimoniosamente y en silencio en el zaguán de su estudio en la calle de San Roque, escuchando el susurro de la pequeña fuente de su patizuelo. Donde bajaban a beber los gorriones, sus amigos-, sintiendo la presencia de su amada compañera de por vida, Dª Tomasa -también pintora-, primera juzgadora de sus obras, "la mujer, la madre, la compañera, la colaboradora, la silenciosa y eficaz criatura" -como dijo Faraldo-, y teniendo a sus pies su vieja y fiel perrita "Esmeralda", que hasta su muerte parecía vigilar los cuadros expuestos al sol. Y le hemos visto, en fin cientos de horas, en el interior de su estudio, revestido de su viejo y pintarrajeado guardapolvos, rodeado de cuadros y de apuntes al escaso color de una estufa de butano que apenas caldeaba un par de grados la frialdad de aquella casona de comienzos del siglo XIX.

Durante muchos años le hemos admirado en los días emocionantes y alegres de las inauguraciones de sus Exposiciones, rodeados de seguntinos, veraneantes, y autoridades, de Guadalajara y Sigüenza. Era la Sala de exposiciones, en las fiestas veraniegas de San Roque, el punto de reunión anual de todos sus admiradores, que éramos muchos, y en estas fechas señaladas D. Fermín se revestía de severo traje de etiqueta y nos recibía con su habitual cortesía rodeado de toda su familia.
Duelen los recuerdos, por entrañables, y no tenemos más consuelo que pensar que nos sigue contemplando desde el cielo y que está mirándonos en silencio detrás de cada una de sus maravillosas obras, cada vez que las contemplamos con entrañable cariño agradeciéndoles su arte.
Una vez más, y quisiera Dios que la última, pido para su memoria que la ciudad de Sigüenza brinde una casona lo suficientemente amplia y digna para fundar "El Museo Fermín Santos". Ruego, además, a la Excma. Diputación Provincial -siempre atenta al desarrollo de las Artes-, que edite un gran "Libro de la pintura de Fermín Santos" con la copiosa documentación biográfica existente, libro que sin duda alguna dará prestigio a nuestra provincia.

NOTA: Párrafos del artículo publicado en Anales Seguntinos, Revista de la Asociación El Doncel de Amigos de Sigüenza, volumen V, t. 13, 1997, pp. 7-20.  Extraído de la Fundación Martinez Gómez-Gordo.